"Los libros rojos" lista de animales en peligro
Los libros rojos tuvieron sus inicios hacia mediados de la década de los sesenta para llamar la atención sobre las especies que se encuentran en peligro de extinción.. Desde entonces los criterios para definir si una especie se encuentra amenazada han pasado por un proceso de refinamiento progresivo hasta llegar a aquellos vigentes desde mediados de los años noventa. En su forma moderna los libros rojos evalúan el grado de amenaza de extinción en que se encuentran las diferentes especies y proponen medidas de conservación. El establecimiento de nuevos criterios y categorias por parte de la UICN en 2001 con un énfasis cuantitativo para reducir el grado de subjetividad en la clasificación de las especies ha sido una herramienta muy importante para una nueva generación de libros rojos a nivel mundial. Estos criterios hicieron evidente la necesidad de actualizar la información para la fauna y flora que era considerada como amenazada en país.Las listas que se presentan son de carácter preliminar, elaboradas en 1998 y desde entonces sometidas a revisión por más de un centenar de investigadores vinculados al proceso de elaboración de los libros rojos. La categorización se basó en la metodología propuesta por la UICN 1994, sin embargo se aplicó al conocimiento nacional dejando de lado el carácter global. El Instituto Humboldt quiere agradecer y reconocer la labor realizada por los autores de las listas, pues éstas se han constituido en la base del trabajo de los libros rojos.
Tráfico de especies
El tráfico de la flora y la fauna se ha convertido en uno de los
emprendimientos económicos más redituables y figura en el mundo en tercer lugar
luego del de armas y de las drogas. El de la fauna
mueve alrededor de 10.000 millones de dólares anuales y la flora, está
superando los 7.000 millones. A estas cifras habría que sumarle el tráfico
clandestino... Cada año se consumen en el mundo entre 600 y 900 toneladas de
marfil, que se obtienen de unos 150.000 colmillos de elefantes adultos. En 1990, el comercio de
marfil se prohibió internacionalmente. Según el CITES, el tratado mundial que
regula el comercio de especies protege a las que están en peligro de extinción,
la población de elefantes africanos se redujo de 1,3 millones de ejemplares a
poco más de 600.000, durante la década del ochenta.
Otra década similar bastaría para provocar la extinción de la especie.
Pero no es este el único caso. Según los datos de las organizaciones TRAFFIC y
WWF, cada año se comercia ilegalmente con primates, ave, pieles de reptil y de
mamíferos, orquídeas, cactus y peces exóticos. Su destino son EEUU, Europa,
Japón y parte del sudeste asiático. Y los usos que se les dan son tan variados
como la peletería de lujo (una piel de pantera siberiana alcanza los 100.000
dólares en el mercado negro), ornamentos, productos pretendidamente
afrodisíacos y, en algunos casos, animales de compañia o plantas para jardines.
A causa de este comercio ilegal, unas 700 especies se encuentran al borde de la
extinción. Pero, además, otras 2.300 especies animales y 24.000 vegetales están
amenazadas.
WWF, la organización que lleva 50 años luchando por salvar el planeta
La organización medio ambiental World Wide Fund for Nature (WWF) salva a especies de la extinción.
Especies convertidas ya en emblemas de la
conservación como la ballena, el tigre, el elefante o el oso panda se han
salvado de la amenaza de la extinción gracias al incansable trabajo durante 50
años de la organización medioambiental World Wide Fund for Nature (WWF).
WWF, cuyas siglas cobran significado para varias
generaciones junto al oso panda que acompaña siempre su rúbrica, celebra medio
siglo en el que ha sido una de las voces líderes en poner el tema de la
conservación en la agenda pública.
"Hay varias generaciones en todo el mundo que han
crecido con WWF, miles de personas que se han adherido a nuestra causa,
concienciadas de la importancia de preservar los recursos de la naturaleza",
dice en una entrevista con EFE el director general de WWF Internacional, Jim
Leape, en la sede central de la organización en Gland (Suiza).
Forzado a elegir el mayor logro de WWF en este medio
siglo, Leape escoge la introducción, hace treinta años, del concepto de
"desarrollo sostenible", junto con el Programa de las Naciones Unidas para el
Medio Ambiente (UNEP), que nació en 1972 y cuya existencia sería impensable sin
la década de trabajo de concienciación social que WWF llevaba ya a sus espaldas.
Esto puede parecer un logro menor si se compara con
la supervivencia del oso panda, algo que se cuestionaba hace unas décadas, o con
el precedente histórico que sentó su campaña de 2010 para salvar al tigre
asiático, que contó por primera vez con el compromiso gubernamental de todos los
países que albergan esta especie, como China, India o Indonesia.
Sin embargo, para Leape, la introducción del concepto
de desarrollo sostenible en la agenda pública supuso un "punto de inflexión" en
la manera de abordar la conservación medioambiental porque mucha gente
comprendió que el ritmo de crecimiento voraz que marcó el siglo pasado era "pan
para hoy, pero hambre para mañana".
"Creo que podemos sentirnos orgullosos de haber
contribuido a crear una conciencia colectiva en lo que a protección del medio
ambiente se refiere y a propiciar un debate público en torno al desarrollo
sostenible", afirma Leape, que lleva más de quince años ligado a WWF, entidad
que dirige desde 2005. Pese a todo lo avanzado en el arduo camino de salvar el
planeta, WWF sostiene que ni siquiera se ha llegado a la mitad del recorrido, ya
que para cubrir las actuales necesidades energéticas y de consumo del mundo se
necesitaría media Tierra más.
"Empleamos al año un 50 por ciento más de los
recursos que el propio planeta puede proveer de manera segura para garantizar su
regeneración", aclara este norteamericano de 55 años que lleva 30 dedicándose a
la conservación. Es decir, todavía se está muy lejos de alcanzar la meta del
"desarrollo sostenible".
Uno de los efectos más perniciosos del proceso
desmesurado y voraz de crecimiento del último siglo ha sido una pérdida sin
precedentes del número de especies y de biodiversidad, que se ha reducido un 30
por ciento desde 1970.
Pero no todo son malas noticias en el tema de la
conservación, ya que este mismo verano se descubrió una especie hasta ahora
desconocida de primate en Brasil y, según un reciente estudio de WWF, el 90 por
ciento del total de especies que viven en el planeta, unos 8,7 millones,
permanecen todavía en el anonimato para los humanos.
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